1 de abril de 2006

Malvinas. Goles son dolores






por Luis Macagno

Se hace extremadamente difícil encarar un escrito sobre el tema Malvinas, ya que se entremezclan sensaciones encontradas y distintos planos de análisis que parecerían ser contradictorios cuando en realidad no lo son. Por un lado nos encontramos frente al legitimo reclamo de soberanía ante una probada situación colonial, algo que esta fuera de discusión (inclusive en los foros internacionales), además están los miles de argentinos que solidariamente donaron ropa, dinero, joyas, alimentos para los compatriotas que fueron a izar la bandera nacional a esas remotas y frías islas y por sobre todas las cosas están aquellos jóvenes que arriesgaron su corta vida en pos de un reclamo histórico.

Pero no es sobre estos elementos que quiero hacer hincapié. No me quiero olvidar de esa parte de la sociedad, que fue o quiso ir a la plaza de mayo para vitorear a Leopoldo Fortunato Galtieri que embriagado de poder y chauvinismo barato, prostituyó la gran causa nacional contra el imperialismo inglés, aunque especialmente me quiero detener en esa gran cantidad de "la gente" que vivió el conflicto con mucha indiferencia, indiferencia que hoy se mantiene y que se transformó en olvido, prejuicio y discriminación, indiferencia que hacía que mientras nuestras jóvenes tropas se enfrentaban día tras día a la posibilidad de una muerte segura y lejana y grupos de la sociedad se organizaban para hacerles llegar a nuestros soldados todo el apoyo posible y mas aun; los centros de recreación y esparcimiento de Recoleta estaban abarrotados de gente, las “boites” nocturnas no cerraban sus puertas; ni los restaurantes; ni los bares; ni el fútbol, había que jugar un Mundial y se jugó. Y para peor algunos pillos y granujas se hicieron ricos con el oro del pueblo…la Argentina no se paro por esta guerra.

Guerra cuyos resultados, nefastos por cierto, se vivían como la primera fase del Mundial, o la última carrera de Reuteman, o al emocionante final del gran premio Carlos Pellegrini, así fueron aquellos aciagos y otoñales días de 1982. Solo números, estadísticas, goles, posiciones, muertos. Da igual. Todavía recuerdo las ediciones de la revista Gente en la que se hacían cuadros y grillas comparativas de las bajas, símil al popular juego de la “batalla naval”.

Hace pocos días se recordó con profundo y sentido dolor la mayor tragedia política de la historia Argentina, me refiero al golpe cívico-militar de 1976 que apareció como el instaurador del orden que gran parte de la sociedad reclamaba y no es casual que ahora estemos recordando la ultima gran abominación cometida contra los jóvenes argentinos de parte de un gobierno usurpador, criminal y genocida. Jóvenes y pobres, ¡doblemente injusto!, ya que la gran mayoría de los soldados que estuvieron en el frente provenían de los rincones mas pobres del país, no podía ser de otra manera.

Fue contra la “juventud maravillosa” de los 70 que se acometieron el cúmulo de violaciones de derechos humanos que todos sabemos y que nadie quiere olvidar y fue también contra los jóvenes del 82, que se llevo a cabo una maquinación perversa para recuperar el apoyo popular perdido a causa de años de violaciones de derechos humanos, sociales, económicos y políticos.

A estos jóvenes valientes, de corazón caliente y generoso se los llevo a luchar en una humillante inferioridad de condiciones, se los maltrato, se les negaron los alimentos y los víveres y también señores, y esto hay que decirlo fueron víctimas de gravísimas violaciones a los derechos humanos de parte de sus propios superiores.

Se puede apreciar con claridad un hilo conductor muy preciso que sin solución de continuidad atraviesa todo este plomizo periodo, es el desprecio total hacia los mas débiles, la crueldad extrema contra los jóvenes que ofrecieron la vida por un país mejor y sobre todo la creencia de que la impunidad estaba garantizada.

Nos debemos como sociedad civilizada y pluralista una ultima lucha contra la impunidad de esos años, necesitamos saber como sociedad quienes fueron los responsables de todos estos atropellos a la dignidad humana, nuestros excombatientes se lo merecen y nosotros como pueblo también.

Porque queremos memoria verdad y justicia es que hoy recordamos con dolor pero con mucho orgullo la valiente gesta de aquel grupo de soldados y de algunos oficiales leales a la patria que se jugaron todo por una causa nacional, es por ellos y su memoria que debemos terminar con la impunidad y sobre todo acabar con la indiferencia de aquellos sectores de la sociedad que siguieron la guerra de Malvinas por El Gráfico y a la distancia.

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