21 de junio de 2006

LOS MUROS DE LOS LAMENTOS. Las cárceles de América Latina



Por Matias Bailone


Las cárceles de America Latina gozan de un alto prestigio en el canon de las violaciones de los derechos humanos del siglo XX. La región cuenta con instituciones penitenciarias vetustas, superpobladas y con carencia de las más mínimas reglas de tratamiento de reclusos. Esta realidad de todo el continente tiene países que superan el hacinamiento de detenidos, y en la mayoría de ellos se encuentran detenidos por prisión preventiva, sin sentencia firme que revoque su inocencia presumida constitucionalmente.
Los peligros del hacinamiento en las instituciones penitenciarias han sido mentados por nuestra Corte Suprema cuando llega a definir a la prisión como "un establecimiento en el que hay un fino equilibrio entre presos y personal, y la superpoblación provoca descontrol y violencia llevando ese equilibrio siempre precario al límite de la fragilidad".
El país está obligado además por los Tratados Internacionales de Derechos Humanos que después de la reforma constitucional de 1994 tiene jerarquía constitucional: la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, establece en el art. XXV que "todo individuo tiene también un tratamiento humano durante la privación de su libertad"; el art. 10 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos indica que "toda persona privada de la libertad será tratada humanamente y con el respeto debido a la dignidad inherente al ser humano"
Diecinueve de los veinticinco países con sobrepoblación carcelaria de América Latina se encuentran con 'hacinamiento crítico', que es producido por una densidad carcelaria superior al 120%. En algunos casos, se dan porcentajes mayores a la media nacional en lugares específicos donde el hacinamiento alcanza ribetes apocalípticos.
En el caso Argentino, la provincia de Mendoza tiene el oscuro récord de superpoblación carcelaria, sumado al más alto índice de mortandad dentro de los muros de una prisión. La historia penitenciaria de la República Argentina tiene en su haber algunas cuestiones sobre establecimientos altamente deficitarios en materia de derechos humanos básicos. Pero así como históricamente recordamos casos de manifestaciones groseras del poder punitivo en la República Argentina también hay ejemplos históricos de modelos de contención a ese omnímodo poder represor: el Prof. Pettinato bajo cuya dirección cayó el último reducto del penitenciarismo más feroz de la Cárcel del fin del mundo, de Ushuaia.
El hacinamiento en las cárceles latinoamericanas es una situación de extrema gravedad que ha sido definida como una forma cruel y degradante de la prisión. Pero además, la sobrepoblación carcelaria –según Elías Carranza1- "es una variable que incide negativamente sobre todas las otras condiciones carcelarias, ya que en las condiciones de hacinamiento no es posible lograr un buen estándar en casi ninguna de las funciones penitenciarias esenciales de salud, alimentación, higiene, seguridad, visita…" La alarmante realidad de que el 75% de los detenidos en la Provincia de Buenos Aires lo sean en virtud de la prisión preventiva, y no medie para ellos una sentencia firme, habla de violaciones constitucionales y un gran desfasaje del sistema carcelario.
Dice Zaffaroni2 en un fallo de la CSJN de Abril de 2005: "Imponer a un hombre una grave pena, como es la privación de la libertad, una mancha en su honra, como es la de haber estado en la cárcel, y esto sin haberle probado que es culpable y con la probabilidad de que sea inocente, es cosa que dista mucho de la justicia. Si a esto se añade que deja a la familia en el abandono, acaso en la miseria; que la cárcel es un lugar sin condiciones higiénicas, donde carece de lo preciso para su vestido y sustento; donde, si no es muy fuerte, pierde la salud; donde, si enferma no tiene conveniente asistencia y puede llegar a carecer de cama; donde, confundido con el vicio y el crimen, espera una justicia que no llega, o llega tarde para salvar su cuerpo, y tal vez su alma; entonces la prisión preventiva es un verdadero atentado contra el derecho y una imposición de la fuerza. Sólo una necesidad imprescindible y probada puede legitimar su uso, y hay abuso siempre que se aplica sin ser necesaria y que no se ponen los medios para saber hasta dónde lo es".-


1 Criminólogo, Director del Instituto Latinoamericano de las Naciones Unidas
para la Prevención del Delito y el Tratamiento del Delincuente (ILANUD).
2 Miembro de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, Doctor en Ciencias Jurídicas y Sociales, Doctor "honoris causa" en múltiples universidades nacionales y extranjeras, investigador y docente universitario en las mas prestigiosas cátedras de Derecho penal de América y Europa.

6 de junio de 2006

La pelota no se mancha… se compra manchada


por Luis Macagno

Estamos en un mes hiperfutbolero y como no podía ser de otra manera me veo compelido a escribir sobre la gran pasión argentina y mundial, el nuevo "opio de los pueblos". Aunque no lo haré sobre cuestiones tácticas o de juego, tratare de mostrar la particular relación que existe (y existió siempre) entre el fútbol y el poder político y económico.
Hace poco la consultora ABN AMRO publico un informe llamado "soccernomics" donde analiza la relación entre la economía y el Mundial de Fútbol 2006 y se pregunta ¿Cuál es el efecto de la economía para los países que ganan y los países que pierden?.
Los autores creen que existe un efecto económico derivado de ganar o perder la Copa del Mundo, y es que según su análisis han visto que los países ganadores ven un aumento sobre el año anterior de 0,7% en su PBI mientras que los finalistas sufren una pérdida en el PBI del 0,3% en comparación con el año anterior, además de elevar el mercado de acciones de los países ganadores en un 10% positivo, contra un efecto negativo del 25% para el perdedor
Algo parecido ocurre con los índices que miden la confianza del consumidor.
Por lo tanto el objetivo de nuestra selección debe ser ganarlo y, si no es capaz de hacerlo, es mejor que no sea finalista. Es preferible salir tercero a ser subcampeón.
Los economistas creen que un resultado positivo en la competencia tiene una enorme influencia en la confianza de los consumidores, que es lo que explica el virtual mayor crecimiento. No en vano, los consumidores más felices están inclinados a gastar más. El ganador también habrá jugado un número mayor de partidos, lo que representará desde mayores movimientos en las góndolas de los supermercados, hasta una lluvia de souvenires después la victoria.
El estudio concluye que para llegar al mayor beneficio de la economía global el ganador debería estar en Europa y particularmente escoge a Italia que es el país que más necesita tener un crecimiento en este sentido. Un triunfo de Italia en el Mundial de Alemania mejoraría la economía global. Los encargados de la investigación aseguraron que el marco ideal sería una final entre la selección "azzurra" y su par local.
Tan grande es la pasión (económica y política) que genera un mundial de fútbol que hace posible que se mezclen valores y sentimientos tan confusos como la rentabilidad empresaria, el chauvinismo, el racismo, el oportunismo político desvirtuando y corrompiendo el amor por un juego, el juego de la pelota.
Nefastos son los recuerdos que tenemos los argentinos respecto a algunos campeonatos mundiales y no precisamente por los resultados de los partidos. Como es posible olvidar el Mundial 78 con sus goles y torturas, con la visita intimidatoria de Videla al vestuario de la selección peruana previa al partido con Argentina, Argentina que tenia que ganar por mas de 4 goles para seguir en carrera y que "milagrosamente" lo consiguió. Con los relatos propagandísticos del proceso militar como estandarte y representante máximo del "Ser Argentino" de José María Muñoz y su "somos derechos y humanos" durante el Mundial Juvenil de 1979.
No podemos olvidar tampoco el Mundial 82, que se jugaba mientras la artillería caía sobre nuestros soldados en Malvinas. La AFA junto con el gobierno argentino no quisieron abandonar la competencia, el show debía continuar. Y los relatores no tenían permitido en ningún momento de las transmisiones de los partidos nombrar a Inglaterra, con lo cual apelaban a términos como el "equipo sajón", "los de camiseta blanca", etc.
Quien no vivió con un sabor de revancha el triunfo de Argentina sobre Inglaterra en el Mundial 86. Quien no se sintió insultado cuando nuestro himno nacional fue silbado por miles de italianos en la semifinal del Mundial de Italia 90.
Esta demostrado que el fútbol en particular ha dejada hace tiempo de ser un juego, también hace tiempo que trascendió el hecho de ser un fenómeno cultural, ahora podríamos afirmar que la selección nacional es uno mas de los símbolos patrios, solo equiparable en nivel de importancia a la bandera nacional. Para gran parte de los argentinos el fútbol argentino es el gran orgullo nacional, es la única actividad en que somos del primer mundo, siempre lo fuimos. Es el ultimo bastión del sentimiento de pertenencia nacional, aun cuando la gran mayoría de nuestros jugadores juegan en el exterior, solo el fútbol nos ha dado las revanchas que la historia nos negó.
Prefiero seguir ilusionándome con que el fútbol sigue siendo un juego, que el PBI es solo es un concepto de economistas que nada tiene que ver con la pasión por la redonda y que la política tiene cosas mas importantes de que ocuparse que de organizar y manipular a la gente en torno a un juego, el juego de la pelota… y que en definitiva la verdad se ve en el verde césped.
¡Vamos Argentina, carajo! ¡Ojalá nos toque de vuelta con los ingleses así les rompemos el…!