9 de febrero de 2011

Egipto en Red


En relación a la proliferación de diagnósticos acerca de Egipto y su crisis política creo que es útil despejar de la maraña informativa algunos aspectos. El primero tiene que ver con la configuración de un sujeto político, social y cultural que no son los partidos políticos, las organizaciones de la sociedad civil, los líderes religiosos o los grandes medios de comunicación. Se trata de lo que Antonio Negri llama Multitud. Actor sin voluntad unificada, sin vanguardia ni programa de acción. No se trata de un pueblo, en una sus tantas acepciones políticas, porque en la Multitud no se resume toda la sociedad, no se masifican los reclamos y se procesan en general a través de un liderazgo (político, gremial, religioso, movimientista, etc). En el caso de la multitud no se produce ese mix que homogeiniza a los grandes colectivos. Cada uno es en la Multitud uno mismo y no uno más. Eso le da complejidad, riqueza y lo hace impredecible. Este nuevo sujeto es posible, en parte, producto de la desarticulación de las relaciones de producción del siglo XX y su correlato en la pérdida de legitimidad de las organizaciones sociales institucionalizadas en los sistemas políticos, que no pueden dar respuesta a los fenómenos de nueva marginalidad, inestabilidad laboral y desempleo masivo. Sucede entonces que cuando los gobiernos quieren encarcelar a los cabecillas (fundamentalmente a quienes tienen una historia de militancia colectiva de algún tipo), se encuentran que están apenas deteniendo a los propagadores, a los nodos más activos, pero la llama que ellos difunden está siendo prendida en cien lugares mas al mismo tiempo, de forma tal que nunca pueden extinguir el fuego porque no hay una cabeza que cortar. Así funcionan las redes distribuidas.

También es cierto que hasta ahora, es más fácil que puedan surgir estos movimientos a partir de una noción negativa, una consigna “Basta!”, como puede haber sido el 13-M en Madrid, o las revueltas en Asia Menor en lo que se llamó la Primavera de las Redes, y que está bien explicado por David de Ugarte. Es probable que este elemento último elemento explique en parte porque los partidos y movimientos históricamente opositores a Mubarak recién ahora estén tomando algo de protagonismo en un diálogo con el régimen, que por otra parte los manifestantes rechazan por claudicante y colaboracionista. Manifestantes que son en su mayoría jóvenes, que no se sienten representados por nada ni nadie, que no militan en ninguna organización, no tienen una ideología clara y canalizan su desesperanza como pueden, como en cualquier parte del mundo.

Antonio Negri dice que esta Multitud tiene un comportamiento que se asemeja a un enjambre, en la manera que se mueve y sus integrantes entrar en contacto para producir acciones. En este sentido, las fotos de los hombres y mujeres rodeando los tanques durante los peores momentos del conflicto se asemejaban bastante a la imagen de los insectos atacando a un elefante. También dice Negri que la inteligencia del enjambre está precisamente en su comunicación. Repito: la inteligencia está en la comunicación. Quizás alguno de los asesores de Mubarak leyó el libro, porque una de las primeras reacciones frente a la protesta fue cortar Internet, que era el canal por donde se transmitían las consignas.

Ahí aparece la segunda de las cosas que más llaman la atención, porque un analista pronorteamericano como Jorge Castro, que es uno más de todos los que han escrito desde diarios hegemónicos y antipopulares, escribió en Clarín que para esos jóvenes “el mensaje es el medio”. Es decir, nos está proponiendo a Internet como una ideología en si misma, y no como un medio, una herramienta por el cual los manifestantes se comunican. Esto no deja de ser interesante, porque alrededor de Internet se construye un relato que la convierte en metáfora de libertad, revolución, modernidad, democracia, y otros valores fundamentalmente occidentales. De alguna manera, Internet estaría provocando en Medio Oriente la caída de un supuesto muro de Berlín Musulmán, a partir del cual los jóvenes árabes van a amar sus blackberrys y sus jeans, y las mujeres van a andar con el pelo suelto. Así logran una conjunción entre la sociedad de consumo occidental, con sus twitter y facebook, y los jóvenes árabes, a los cuales se les vacía su verdadero discurso revolucionario, antisistema, antinorteamericano y antiisraelí, para destacar fundamentalmente el uso de la tecnología y las redes.

Esto que hacen es obviamente adrede, y omiten un hecho clave. La sociedad de consumo, individualista y alienante, es precisamente opuesta a todo movimiento popular, participativo y concientizador, porque a diferencia de este, nos mete en un mundo privado y de consumo, en lugar de dejarnos expresar en la calle. Incluso, decir que internet es un espacio participativo es pura mentira. Está probado que la hipótesis de que ahora los ciudadanos pueden expresarse es un fenómeno de excepción. Todavía los grandes emisores, los medios, entre otros, acaparan el 90 y pico por ciento de la información de la web. El fenómeno de los blogger es mínimo, y solo se leen muy pocos y sobretodo recién cuando los grandes medios los empiezan a comentar, a subir a sus plataformas, o consiguen algún otro tipo de financiamiento, por ejemplo de organismos de inteligencia nacionales y de otros países. Creo que un caso testigo de esto son los famosos blogger cubanos.

Bien, habiendo dicho que internet es un medio y no un fin, y que es masivamente usado para consumo y entretenimiento, hay que decir algo importante. Internet también es el ámbito físico, el espacio de encuentro, por decirlo de alguna manera, en el que el nuevo actor, la Multitud, toma conciencia de si misma, se vuelve inteligente diría Antonio Negri, y emprende por la paz o por la fuerza los cambios sociales que consigue articular de una forma imprevista. Ese ámbito que constituye Internet, es similar a lo que eran las grandes fábricas de la primera mitad del siglo XX en las cuales los trabajadores se encontraban todos los días, tomaban conciencia de si mismos, les permitía fortalecer las organizaciones sindicales y mejorar sus condiciones de vida.

También Internet permite romper el cerco que los Estados de Sitio y el Toque de Queda intentan proponer. Allí donde esta prohibida toda reunión, aparecen mil foros. Y cortar la Web, como antes se declaraba feriado un día de huelga, así los trabajadores se quedaban en sus casas, como intentó Ongañía durante el Cordobaza, solo puede ser por un tiempo limitado, porque la censura a Internet es equiparable a la libertad de prensa, tótem sagrado que no se puede tocar sin convertirse en Dictador. Así, Internet conspira contra el miedo, contra la represión, porque en apariencia el ciberactivismo no genera consecuencias físicas desfavorables, como un tiro en la cabeza o un palazo en la nuca.

Internet cumple ese rol, luego de décadas de “no lugar”, de que el desempleo y los mayoritarios trabajadores de servicios de la actualidad perdieran su identidad de clase, si quieren, de generación, puede ser, o de simples ciudadanos de estos Estados delegativos, que conforman las democracias actuales.

Por último, y por fuera de este diagnóstico falso, que nos muestra las revueltas en Medio Oriente como una reacción de la modernidad contra gobiernos corruptos y cuasimonarquícos, está la lucha de la mayoría del pueblo egipcio y de otros países de la región, por un Estado y un gobierno que procese sus demandas, tanto en política interna, económica y social, y externas. Si consiguen sus objetivos, estos no implicarán una mayor occidentalización, como sobrevuela en muchos discursos periodísticos, sino posiblemente un gobierno teocrático moderado en el país más importante de Medio Oriente. Semejante cambio en el tablero, puede suponer una crisis grave en la estrategia del gobierno israelí, que ve abrirse un nuevo frente de conflicto en el Sur, junto cuando confiaba que su estrategia de superioridad militar, unida al garrote y la zanahoria norteamericana, iba a quebrar la resistencia palestina y desarticular de cualquier forma la amenaza iraní. Ahora, sin una legitimidad conseguida en una negociación, sin socios fuertes en la región, y con un Obama que no se entiende si apoya o no a su socio Mubarak, el resultado de la Primavera Egipcia parece preanunciar mucha inestabilidad a la región más inestable del mundo.

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