24 de noviembre de 2010

La reacción de Estados Unidos




La derrota de Obama en las elecciones legislativas de noviembre de 2010 no implica solo un freno total a la agenda de reformas del gobierno demócrata. También tiene un correlato internacional. Este se manifestó como primera medida a través del anuncio, previo a la cumbre del G-20 en Seul, del plan para imprimir otros 600 mil millones de dólares para impulsar la frágil recuperación económica norteamericana.

La nueva avalancha de dólares devaluados, ordenada de manera inconsulta y sin coordinarla con los demás países, representa un intento por exportar la crisis y achicar su propio déficit comercial y fiscal. Al mismo tiempo, constituye una medida tendiente a romper la tendencia hacia la profundización de los nuevos equilibrios comerciales generados en los últimos años, y que tienen a Asia como principal triunfador del Nuevo Orden Mundial. En particular, Estados Unidos y Europa esperan reconvertir sus modelos de desarrollo a partir de industrias de alta productividad y elevadas exportaciones al estilo alemán, pero hasta el presente lo único que se percibe es que ninguna producción va a reemplazar en el corto o mediano plazo a la industria de las finanzas y el endeudamiento, que alimentó su crecimiento durante los últimos quince años. Los casos de Irlanda e Islandia, entre otros, son una prueba de esta falta de proyecto, que se evidencia cuando sobrevienen explosiones de las burbujas financieras e inmobiliarias.

El tema con Estados Unidos es que Obama, un presidente que solo pudo haber llegado al poder porque una mayoría quiso sacar a los republicanos de la Casa Blanca, se está enfrentando con un mundo que no lo ayuda a resolver sus problemas internos. El multilateralismo que pregonó, en oposición al unilateralismo de Bush, no obtuvo ningún resultado apreciable. El electorado también se cansó de ver a su presidente de gira por el mundo sin traer nada a cambio. En este sentido, es bastante posible que el próximo presidente norteamericano no vaya a repetir la misma receta esperando conseguir una respuesta distinta. Quien suceda a Obama, luego que fracase en su intento por ser reelecto en 2012, será menos flexible a las demandas de sus socios, y más duro con sus adversarios externos.

Al mismo tiempo, no es novedad el hecho que las instituciones surgidas en Bretton Wood para regular el mundo de la segunda posguerra, no están a la altura de las amenazas actuales a la paz y prosperidad internacional. Y no es dotándole al Banco Mundial de más recursos, u otorgando mas poder de voto a los países emergentes en el FMI. Estos organismos fueron creados de forma tal que emparchándolos solo se consigue perpetuar sus fines acotados, su metodología inapropiada y sus paradigmas neoliberales. Distintas son las críticas para las Naciones Unidas, pero el diagnóstico es similar, y tampoco se va a solucionar con tres o cuatro sillas nuevas en el Consejo de Seguridad. Lo que cabe para los países emergentes en este punto, es esperar que terminen de decantar los cambios económicos y políticos que marca la tendencia, aunque puedan demorarse un par de décadas.

Por tanto, el escenario de multipolaridad que muchos todavía ven, ingenuamente, como mas democrático y equilibrado, posiblemente se torne inestable, imprevisible y violento. En el medio, la exportación de commodities que América del Sur le vende a Asia, sobretodo a China, puede tener enormes fluctuaciones que van a generar crisis fiscales y el agravamiento de pujas distributivas. Esto también pone presión sobre nuestros modelos de desarrollo e inserción internacional, que deberán enfocar los actuales superávit en fortalecer la innovación productiva y, al mismo tiempo, hacer transferencias de ingresos, bajo la idea que distribuir la riqueza genera crecimiento. Por lo pronto, cuando la pelea por la hegemonía mundial se torne virulenta, nosotros estaremos en el área del globo más pacífica que existe, fortaleciendo el mercado interno regional, y tratando de solucionar nuestro mayor problema que es la desigualdad, sobretodo después de la asunción del dialoguista Santos en la presidencia de Colombia.

1 comentario:

jorge amor ameal dijo...

qué buena nota! una visión macro redonda redonda.