9 de octubre de 2009

Premio Nóbel de la Paz para un Peronista



Por Carlos Fusco


La llegada del Premio Nóbel de la Paz para Barack Obama precisamente cuando en la política doméstica su imagen parece estar presentando señales de fatiga en el electorado, y a tan sólo 9 meses de haber asumido, sólo puede tener una lectura y es en clave política: se ha premiado el giro que le dio su gobierno a la política internacional y la reivindicación a la diplomacia como herramienta de mediación ante los conflictos entre países.

El galardón que tomó por sorpresa a todos, incluso a un escéptico Obama quien dijo “honestamente creo que no lo merezco”, generó un potente rechazo en el partido Republicano que algo perezoso de reflejos salió a fijar posición criticando duramente al Comité Nóbel –la comisión legislativa designada por el parlamento noruego para otorgar el reconocimiento- por su decisión en premiar al presidente norteamericano. “¿No es demasiado pronto?” “¿Qué es lo que Obama ha hecho en realidad? se preguntaban con ironía, resaltando que el presidente nortemericano pone a la retórica por encima de los hechos en una crítica que cada vez más frecuentemente le propinan.

Si bien podría esperarse mucho más de Obama, el Premio Nobel de la Paz en cuanto que es la distinción política más importante del mundo ostenta férreos criterios de selección. En efecto, sus ganadores deben demostrar "la mejor o la mayor intervención a favor de la fraternidad entre Estados, la abolición o el desarme de los Ejércitos, así como la organización y el apoyo a conferencias de paz".

Veamos. Según estos criterios, el solo cambio de marcha en la política norteamericana frente a Irak, la decisión de abolir el presidio de Guantánamo (aún no totalmente implementada y sin contar con Abu Grahib seguirá en pie), las recientes conferencias bilaterales con Rusia por el desarme nuclear, su firme pero dialoguista actitud para con Irán revirtiendo el proceso que hubiera desembocado en una casi segura guerra de consecuencias imprevisibles, y la actitud oficial de su gobierno frente al golpe de estado en Honduras, probablemente lo convierten en merecedor del Premio y resalta la vocación del parlamento noruego por destacar las diferencias con su predecesor, MR. Danger, al decir de Hugo Chávez.

Definitivamente el mundo hoy abriga una esperanza cierta de que algún cambio es posible. Cuando la primer potencia mundial, empezó a dejar su vocación de imperio hegemónico para tender una mano al diálogo y comenzar a tratar a otros países como pares, aún cuando la macroeconomía y otras variables se encargan de desmentir a diario que lo sean, creando la conferencia del G-20 en reemplazo del G-8 como eje de la toma decisiones multilaterales del mundo industrializado, algo claramente diferente a la perspectiva de mundo de la era Bush. Y quizá esto sólo, ya sea para premiar.

Muchos han sido los que han querido ver en Obama un cultor de la “tercera posición”, e incluso la propia Presidenta Cristina Fernández de Kirchner se apresuró a decir que Obama estaba tomando “las mismas medidas que nosotros” ante la crisis financiera internacional desatada este año, ergo muchos salieron a decir con malicia que “Según Cristina Kirchner Obama es Peronista”.

Lo cierto es que su política estatizadota de empresas en crisis como solución ante el quiebre financiero, de cuño netamente keynesiano (a pesar de haber sido “acusado” de socialista por los republicanos) y que muy bien podría recordar a algunas de las políticas implementadas por el peronismo en diversas épocas. El fervor tendiente a preservar las organizaciones y el bien común antes que dejar que el mercado se auto regule aplicando su propia lógica con consecuencias imprevisibles, expresa más de una coincidencia por proteger al conjunto de la población frente a las apetencias de un pequeño grupo. La mayoría de las veces cobijados por el gobierno norteamericano de turno.

Esta decidida actitud de Obama preservó claramente la economía –no sólo norteamericana- sino de la mayoría de los países occidentales que hubieran caído en catarata ante el colapso. Pero esa enérgica actitud es de una naturaleza sin precedentes en el gran país del norte.

En 1962 Perón le escribía a Kennedy “Esta es la hora de los pueblos” para significarle que, mientras los Estados Unidos ganaban prédica en los gobiernos los rusos en cambio se acercaban más a los pueblos destacando que la justicia social debía ser el eje del debate.

Hoy el mundo ha cambiado sustancialmente como las circunstancias políticas en Argentina y EEUU. Me pregunto qué carta le escribiría un Perón actual a Obama.

Resulta muy interesante ver que en la carta de Perón a Kennedy éste le escribe sobre el papel de los medios de comunicación: “(...) Uno de los peores males que azotan al pueblo y al gobierno norteamericano son sus agencias de noticias y sus cadenas publicitarias, que actúan en todo el continente, dirigidas por la Sociedad Interamericana de Prensa (S.l.P.). No es secreto para nadie que tales agencias y cadenas sirven normalmente a intereses muchas veces inconfesables y que detrás de su acción publicitaria no hay más que sofismas y falsedades al servicio de tales intereses. (...)”.

Parece que a pesar del transcurso de los años, los cambios en el mundo y las circunstancias de cada país, algunos debates siguen siendo exactamente los mismos que hace más de 40 años sobre libertad de empresa y rol del estado. A propósito de esto, en el famoso reportaje que le hiciera Rodolfo Terragno en 1967 en Madrid, El General le decía: “(...) cuando llegué al poder estaba todo organizado. Amortizamos la deuda externa y ya no hubo que pagar más servicios de deuda. Vimos que con los ferrocarriles se nos iba una carrada de oro, y entonces los compramos por el oro que ellos se llevaban en un solo año. Después, teníamos que frenar el contrabando de exportación, porque también por allí se iban las divisas, y creamos el IAPI, que lo calcamos de Estados Unidos. Un día empezamos a contar el dinero y ahí fue la sorpresa: no sabíamos qué hacer con tanta plata. (...)"

Diría un guionista que cualquier semejanza con la actualidad es pura coincidencia. ¿Será?